Hoy quiero volver a recordar aquellos momentos en que creí perder mi vida y sin ningún temor a ello.
Recuerdo que los primeros cuatro ciclos del tratamiento fueron demoledores para mi. Cada vez que iba al hospital de día (es así como se llama el servicio dónde te administran los tratamientos intravenosos de quimioterapia) se me ponía un nudo en el estómago. Cuándo me hurgaban en mis venas para encontrar una buena vía por la cual introducir ese líquido venenoso y a la vez curativo, pensaba en lo dichosa que eran todas esas mis compañeras que estaban allí trabajando y con tan buena salud...
Fué en el quinto ciclo, al cambiar por una nueva medicación, el Taxol, cuando me empecé a sentir tan mal que pensé que era mi fin. Perdí durante no se cuánto tiempo, el conocimiento. Recuerdo sentir una paz que nunca había sentido anteriormente. Cuándo volví a este mundo y abrí los ojos vi a "TODOS" a mi alrededor. Unos hablandóme, otros simplemente mirando con cara de angustia. Y yo les dije: Tranquilos que estoy bien.
La siguiente vez que vi mi fin, fué en mi casa. No .se si llevaba ya seis ciclos.
EL recorrido que tenía que hacer desde la sala hasta el cuarto de baño me parecía cómo el subir una montaña empinada y pedregosa.
Era tanto el dolor que sentía en mis piernas que me era muy difícil soportarlo.
Y fue en mi cuarto de baño y mirándome al espejo me vi morir.
No lo recuerdo cómo algo desagradable, sino todo lo contrario.Sería el encuentro con el descanso, con la paz infinita...
Pero mi destino era vencer la puñetera enfermedad y saborear la vida cómo poca gente saben hacerlo.