El tiempo suele pasar deprisa cuando estás en posesión de un momento de felicicidad o dicha. Pero cuando estás en malos momentos, qué despacio pasa el tiempo!
Recuerdo que cuando estaba en pleno proceso de tratamientos para parar la enfermedad, el reloj parecía haberse parado. Todo era tan lento... todo transcurría como a cámara lenta. Y yo quería que el tiempo pasase deprisa, por que lo que estaba viviendo no era muy grato que digamos.
Cuándo iba a darme las sesiones de radioterapia, había un reloj dentro de la sala qué , estando tumbada, lo tenía enfrente. Mis sesiones duraban veinte minutos y aquel reloj iba tan despacio que parecía que aquellas agujas estaban siempre en el mismo sitio. Qué ganas de terminar aquel proceso que duraría treinta sesiones, dándome cinco cada semana.
Pero, como todo en esta vida tiene un principio y un fin, aquello también terminó. En mi última sesión la sonrisa volvió a mi cara, y con la sonrisa una tranquilidad colmada de felicidad.
En esta etapa de mi vida veo pasar el tiempo de una manera totalmente diferente, porque el tiempo en mi vida, ahora mismo es un BENDITO REGALO.