Erase una vez una niña que nació en una familia modesta y humilde, pero fue criada y educada como se le cria y educa a una auténtica princesita. Tanto fué así que la niña creyó ser una princesa. Vivía en un mundo de ilusiones y fantasías y se sentía feliz y dichosa. En su mente vivía en un castillo de ensueño, rodeada de todos lo bienes materiales que podría desear, y rodeada de gente que le hacia reir y le decían palabras que quería oir. Esa niña creció, y con el paso del tiempo fue poniendo los pies en la tierra. Y empezó a darse cuenta que la vida era de diferente color del que hasta ahora la había visto.
Empezó a sentir el dolor de la enfermedad física, el dolor de la pérdida de seres queridos, el dolor de no sentirse correspondida por el ser amado, y el dolor de ver que había seres humanos que morían de hambre.
Pero ella escondía un secreto que solo ella conocía y es que en su imaginación vivía un ser pequeño, diminuto pero que poseía toda la sabiduría del universo. Y este ser, que ella llamaba SOFÍA, era el que le ayudaba a ver lo bueno de lo malo, el que le abría una puerta cuando otra se le cerraba, el que le ensañaba a ver la luz en la tenebrosa oscuridad.
Con SOFÍA, todo era una enseñanza. Y con SOFÍA estaba en casi una continua felicidad.
Con SOFÍA podía caminar por la vida sin temor apenas a nada.
Y eso eso es lo que actualmente hace: VIVIR APRENDIENDO DE SOFÍA
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